Cuando el doctor Oliver Fforde se presentó en la casa de huéspedes de Amabel durante aquella tormenta invernal, a ella le causó una tremenda impresión…, porque no esperaba volver a verlo. Pero lo más sorprendente era el modo en el que Oliver parecía aparecer siempre que Amabel tenía un problema.
Con un hombre tan atento y caballeroso resultaba muy difícil intentar ser una mujer independiente. Pero Amabel tenía una enorme duda: ¿sería aquella sincera amistad una buena base para el matrimonio?
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